¿Quién te gustaría ser? La respuesta correcta es tu mismo/a, pero seguro que hay cosas de ti que te gustaría modificar. Cuando se padece algún problema mental, existe una carga difícil de llevar que provoca una bajada de autoestima y otros problemas emocionales asociados. Seguramente, si hiciéramos la misma pregunta en un caso como éste, seguramente podríamos responder “alguien normal”.

¿Qué es ser normal? El término se basa en una estadística, en aquello que más se repite en la población general. Padecer un trastorno mental rompe con la estadística normotípica y es por ello que se pone una etiqueta. Lo ideal sería poder definir a las personas, no clasificarlas, porque al hacer lo segundo, entramos en categorías tan estigmatizantes como bueno/malo, sano/enfermo, normal/raro.

Aún así, es cierto que todos nos sentimos más cómodos si pertenecemos a ésa normalidad, a lo estándar, a lo sano o “normal”. La gente con patología no puede cambiar su personalidad o su esencia, pero sí puede cambiar su comportamiento o su manera de percibir el mundo, porque tal y como se aprende una forma de funcionar patológica, se puede desaprender (con terapia y en algunos casos, medicación). Ese cambio es necesario para que la persona no sufra o haga sufrir a otros, pero eso no significa que ser alguien con patología sea malo.

Hay técnicas que trabajan de forma muy creativa ése cambio. ¿Cómo te gustaría ser por un día? Algunos podrían responder “alguien más seguro, más abierto, más libre”. Cambiar momentáneamente la manera de comportarnos puede suponer revelaciones y mejoras a largo plazo. Meterse en la piel de ésa persona “ideal” o “mejor” nos hace cambiar la percepción sobre algunos aspectos e incluso nos hace darnos cuenta de las formas que tenemos de comportarnos o de relacionarnos con los demás que no nos gustan.

Cambiar de rol es muy útil como ejercicio creativo, tengamos o no una patología, porque nos libera de ésa carcasa mental que supone el ser “uno mismo” y nos permite explorar nuevas formas de pensar, actuar e incluso sentir.  No es un ejercicio sencillo, pero las ventajas pueden suponer un punto a favor para intentarlo.

Todos desarrollamos muchos tipos de roles a lo largo de nuestra vida y según en qué situaciones: el rol de estudiante, el de pareja, el de hijo o hija, el del trabajo,… No nos comportamos igual en unos ambientes o en otros, y nos es muy cómodo variar la manera de comportarnos porque nos permite adaptarnos mejor en ésas situaciones.

Así, si cambiar algunos comportamientos patológicos nos podría facilitar la adaptación a distintos momentos, ¿qué es lo que nos impide hacerlo? Un trastorno mental es muy complicado de derrotar, y aunque los actos que hacemos son totalmente desadaptativos, hay ciertos refuerzos que mantienen ésas conductas.

Sin embargo, aunque ésos cambios a largo plazo cuestan de producirse, cambios en un periodo de tiempo menor pueden resultar abarcables siempre que ésas variaciones sean posibles y motiven suficientemente a la persona que las realiza.

Volvamos a preguntarnos: ¿Quién te gustaría ser (durante un tiempo o en una determinada situación)? Actúa.