En muchos trastornos de ansiedad existe un problema común: la incapacidad de deshacerse de pensamientos molestos o sensaciones desagradables. Apelar a las distracciones es una estrategia que siempre puede resultar, pero lo realmente complicado en el caso es encontrar aquellas cosas que de verdad funcionen, es decir, que sean realmente tan potentes como para disolver los pensamientos distorsionados.

Mucho se ha hablado sobre qué tipos de distracciones pueden ser factibles para luchar contra la ansiedad, pero la realidad es que cada persona necesita cosas distintas. El único punto en común entre las diferentes alternativas es que tiene que ser algo que requiera de nuestra capacidad de atención.

Pensemos que la ansiedad nos viene dada por pensamientos distorsionados que nos ponen en alerta y que no nos permiten concentrarnos en otra cosa, en otras palabras: que ocupan toda nuestra atención. Hallar una actividad que nos demande estar atentos o concentrados puede desviar el cauce de pensamientos para que los distorsionados pierdan importancia o incluso desaparezcan durante un periodo de tiempo.

Hay muchas actividades que pueden resultar útiles para éste fin, y dependiendo de los gustos o preferencias personales, pueden ser muy variadas. Una de las más eficaces es jugar a videojuegos, porque eso nos requiere estar atentos auditiva, visual y manualmente, además de tener que pensar lo que estamos haciendo (sobre todo si es un juego de estrategia o supervivencia).

Actividades como ver la televisión o leer pueden ser útiles en momentos de menor ansiedad, pero no en casos más complicados, puesto que es sencillo distraerse haciendo éstas actividades (cuántas veces leemos sin “registrar” lo que hemos leído, o estamos viendo una película y no nos enteramos del argumento porque tenemos “la cabeza en otra parte”).

Hay otro tipo de distracciones muy positivas: las emocionales. Hablar con un ser querido (en búsqueda activa de ayuda o simplemente para distraerse), escuchar música que despierte sensaciones positivas o pasar un buen rato son distracciones muy importantes para que se obtenga de forma rápida bienestar y, como consecuencia, los pensamientos ansiógenos pasen a un segundo plano.

Y para terminar, uno de las distracciones más importantes y que se recomiendan más en terapia es el trabajo. Estar ocupado mentalmente y tener una obligación facilita mucho desconectar de las distorsiones cognitivas y de la ansiedad en general. Prueba de ello es la importancia que se da a la terapia ocupacional o las mejoras obtenidas en el tratamiento en personas que empiezan a trabajar. Un ambiente laboral rico, social, que requiera de trabajo intelectual o manual ayuda mucho a ver las cosas de otra forma, incluso a olvidarse de algunas.

Hay muchas distracciones, y algunas de ellas son muy potentes. Os animo a que probéis distintos métodos y que seáis creativos… pensar en maneras de distraerse ya es en sí misma una distracción.