Muchas veces las personas aguantamos situaciones difíciles porque no tenemos más remedio que hacerlo, pero otras, nos vemos abocadas a soportarlas porque no somos capaces de cambiar.

Tensiones laborales, familiares, en la pareja,… Suelen ser bastante comunes en todo el mundo, lo que pasa es que muchos de nosotros, los ansiosos, aguantamos más que jabatos ante cosas que los demás mandarían a tomar viento.

¿Es eso porque tenemos más “aguante”? ¿Por qué estamos más acostumbrados a sufrir y por lo tanto nuestro umbral es más alto que el de las personas sanas? Pues no, dejaos de teorías absurdas… Lo que pasa es que tenemos más miedo al cambioque a soportar dolor.

El miedo al cambio (o la comodidad de no hacerlo) es típica de los trastornos de ansiedad. Los que sufrimos TOC no gestionamos bien las sorpresas o la falta de costumbre, y por ello muchas veces estamos anclados en situaciones incómodas porque le tenemos pánico a lo que pueda venir después. ¿Sabéis ese dicho de “mejor malo conocido que malo por conocer”? Es una de las máximas de muchos de nosotros.



Aunque eso sea así, no os creáis que nos da igual pasarlo mal: nos solemos quejarbastante y sufrimos. No somos inmunes al estrés o a las situaciones insostenibles. La comodidad de lo conocido nos encierra en una especie tempestuosa calma  donde no sabemos cómo movernos para salir de ella. Queremos cambiar, pero es que nos asusta, y además no creemos tener las habilidades necesarias para poder hacerlo.

Pero eso es mentira. Sí tenemos muchas estrategias de afrontamiento, precisamente porque hemos estado expuestos a dificultades muchas veces. También tenemos herramientas para escapar de esas situaciones porque hemos podido zafarnos de muchas dificultades.

Entonces, los terapeutas nos pueden rebatir con un argumento aplastante: no cambias porque no quieres, porque te es más cómodo estar encerrado que salir y poder sorprenderte a ti mismo y ante lo que pueda suceder. Y en cierta medida, es cierto. Está claro que si queremos cambiar, podemos hacerlo. El problema es escoger el momento (muchas veces no somos capaces, debemos estar preparadospara hacerlo) y cómo hacerlo (puede que necesitemos más pautas o ayuda extra).

En resumen: nos quejamos de que soportamos situaciones incómodas porque nos asusta cambiar, y aún así no lo hacemos porque muchas veces no somos conscientes de que estaremos mejor una vez hayamos escapado. También necesitaremos estar preparados para dar el paso (no siempre es bueno hacerlo, dependiendo de algunos factores), y muchas veces agradeceremos que nos echen una mano.

Desconfiad de terapeutas o personas ajenas que os digan que sois vagos, quejicas, cobardes o que os falta iniciativa: no toleréis que se os menosprecie, porque en realidad es muy difícil estar en esa situación, y además, a veces aún no estamos preparados para afrontarlo.

Pero no os durmáis en los laureles: si queréis cambiar, poneos manos a la obra, con ayuda se puede hacer. Y lo que viene después puede ser maravilloso.