Estoy segura que muchos de los que tomáis medicación os habréis planteado esta cuestión en algún momento u otro: ¿hasta qué punto es la medicación la que me ha ayudado a avanzar, y hasta qué otro punto he sido “yo”?

“Yo” sería la respuesta correcta. Veamos. La medicación es un parche, una ayuda, una especie de flotador, si queréis, que nos ayuda a no ahogarnos… pero quien nada a contracorriente somos nosotros.


Aunque no estemos en tratamiento psicológico y sólo tomemos medicación, hay una parte importante de nosotros que es la que “tira” para que las mejoras se produzcan. Pensemos que en muchos casos, si estamos en tratamiento psicofarmacológico, es porque realmente lo necesitamos, porque nuestro cerebro tiene una carencia o un “fallo” que necesitamos reparar químicamente… Y sí, he dicho “en muchos casos”, porque algunas veces se receta medicación sin tener en cuenta que sería mejor el tratamiento psicológico y no el farmacológico… pero ese es otro tema.

La duda se me planteó hace poco tiempo, puesto que estoy en trámites de abandonar la medicación. Seguramente muchos hayáis pasado por ese momento delicado de “a ver si vuelvo a recaer…”. Si tenemos en cuenta que estamos en manos apropiadas que nos guían en el proceso de dejar la química (ojo, siempre, siempre, hacedlo  guiados por vuestro médico o psiquiatra, nunca por vuestra cuenta), no tenemos nada que temer. También es cierto que si ya hemos llegado a ese punto, los cambios en nuestro cerebro se suponen suficientemente sólidos como para que no haya recaídas. Y si las hay, siempre podemos volver a coger el flotador.

De este modo, debemos tener presente que nosotros somos los que hemos trabajado suficientemente para que los cambios se mantengan a lo largo del tiempo. Y delante de cada mejora, de cada pequeño paso hacia la “normalización”, poneos una medalla a vosotros. Las pastillas son pequeños comprimidos que nos dan un empujoncito (o un empujón, en casos graves), pero… ¿quién se esfuerza? Nosotros. ¿Quién se levanta de la cama? Nosotros. ¿Quién se expone a un miedo? Nosotros. ¿Quién se replantea las cosas? Nosotros.

En resumen: plantearse si las pastillas son las responsables de los cambios o lo somos nosotros no es necesario. Puede ser incluso contraproducente: nos estamos quitando el mérito de los avances, reducimos a un comprimido las mejoras que hemos ido experimentando, y eso no es justo para nosotros. Estamos, así, dudando de nuestra capacidad de superación, rebajamos nuestra autoestima.

Así que repetid conmigo: nosotros somos los que mejoramos, por nuestra cuenta. Solamente necesitamos un empujoncito para poder recorrer el camino.