Más de una vez he tenido alguna conversación en la que aparece la pregunta estrella: “¿Pero estás bien?” Solo falta añadir “de lo tuyo”. ¿Cuántas veces habéis escuchado esta frase? Es innegable que despertamos un sentimiento de preocupación (muchas veces excesiva) por parte de nuestros seres queridos.



Los que saben que tenemos una patología suelen preocuparse a la menor señal de alarma. Y hay muchas señales, a saber: cuando se acercan cambios en nuestras vidas, nos ponemos enfermos (físicamente), cuando mostramos apatía o mal humor, o estamos algún tiempo separados de ellos.

Es tremendamente reconfortante saber que hay gente que se preocupa por nosotros, pero algunas veces somos nosotros los que acabamos preocupándonos por su excesiva preocupación. Sí, parece un trabalenguas. Me explico.

Nuestros amigos o familiares viven alerta ante cualquier síntoma de recaída o malestar por nuestra parte. Nos han visto mal, sufriendo, y ellos quieren evitar que volvamos a sentirnos así a toda costa. Por eso la necesidad de información es tan imperante para ellos. Necesitan saber si estamos bien constantemente, pues es la única forma de asegurarse que estemos “sanos” mentalmente. Sin embargo, los que tenemos patologías también podemos sentirnos mal o tener malas rachas, y no necesariamente significa que vayamos a recaer. Vaya, que somos humanos y no siempre estaremos al 100%.

Aún así, es muy difícil hacerles entender esto a nuestros seres queridos (y relajarles). Y tengamos en cuenta que este síntoma (la pregunta constante) puede aparecer en personas que tienen relaciones afectivas sanas con nosotros. El trastorno mental es vivido muy negativamente por ambas partes, no debemos olvidar que cuando estamos brotados, no solo sufrimos nosotros.

Sin embargo, esta preocupación excesiva por su parte nos hace sentir como bombas de relojería: parece que podamos estallar en cualquier momento. A veces se tiene incluso la vivencia de que el trastorno “aparece” sin más, cuando ya hemos adquirido herramientas para poder controlarlo.

Entonces, ¿cuál es la forma de relajar a nuestros seres queridos y hacerles entender que podemos dominar el trastorno? Como siempre, hablar. Charlar con ellos sobre lo que significa tener una mala racha y no recaer, o sobre el malestar que nos produce verles sufrir por nosotros sin necesidad, es fundamental.

Ojo, si charlamos para bien, también es importante hablar cuando estamos mal o tenemos sintomatología. No querer preocupar sin necesidad es una cosa, y sobreprotegerles (a ellos), es otra muy distinta. La sinceridad es muy importante en salud mental (y en todos los demás aspectos de la vida). Debemos ser consecuentes con nosotros mismos y con los demás, tanto cuando estamos bien, como cuando necesitamos ayuda.

De todas formas, nosotros tenemos clara una cosa: no somos tan frágiles como ellos piensan. Así que tocará decírselo.