En el TOC existen pensamientos mágicos, bonita expresión para describir una de las más grandes pesadillas mentales.

Éstos pensamientos mágicos pueden hacernos creer que hacemos cosas siendo conscientes de que no las hemos hecho, o que dudemos del pasado constantemente (y de las consecuencias que hemos producido). Este hecho es  una contradicción en sí mismo, pero de eso se nutre el trastorno obsesivo-compulsivo: de la duda y de la duda en uno mismo, más concretamente.

Poneos en situación: estáis cocinando y empezáis a trocear una cebolla. Esta es una situación bastante normal, ¿cierto? Pues de repente, un pensamiento cruza vuestra mente en forma de losa: “¿Y si he usado éste mismo cuchillo para apuñalar a mi familia?”.

Lo más probable es que no hayáis apuñalado a vuestra familia con ese cuchillo, ni con ningún otro. Sin embargo, ¿por qué causa tanto malestar ese pensamiento, y por qué se cree en cierta medida?

Las ideas distorsionadas son propias del pensamiento obsesivo. Aunque estas imágenes o frases extrañas suelen aparecer en todos nosotros, son las personas con rumiaciones excesivas las que les dan mil vueltas hasta que empiezan a tomar una forma de credibilidad.

En el ejemplo del cuchillo, la duda de si se ha realizado o no el apuñalamiento no aparece tanto por el acto en sí, sino por el valor que se le da a ése mismo pensamiento: “¿Si no fuera cierto, por qué he pensado esto?” “Que haya pensado algo tan horrible, tiene que significar algo, si no, no lo habría pensado… por lo tanto, algo he tenido que hacer”.

La respuesta es no. Tenemos que tener claro que éstos pensamientos obsesivos y horrendos suelen tener un componente dañino para uno mismo o para los demás, porque en el TOC lo que prima es la “seguridad”. Así, la mera visión de cuchillos, armas o elementos dañinos en general, suele despertar éstos pensamientos y el debate interno con los mismos.

Lo importante es distinguir que el estímulo desencadenante de los pensamientos es un objeto, y no tiene poder sobre nosotros. Lo que veamos o en lo que pensemos no convierte en realidad las distorsiones que aparezcan en nuestra cabeza. No vamos a perder el control si vemos un cuchillo, por mucho que nos pongamos a imaginar cosas desagradables.

El mundo de las ideas sólo se convierte en algo físico y real si se lleva a cabo conscientemente, de otro modo, no tiene más significado que el que queramos darle.