Es una obviedad, pero la autolesión atenta contra uno mismo. Las patologías mentales suponen un auto-ataque a nivel cognitivo, y muchas de las personas que la sufren, además, se provocan daños a nivel corporal.

Hay multitud de personas que se hieren a sí mismas, con multitud de trastornos distintos (o sin ellos), pero la realidad es que se habla poco de esto, e incluso, dentro de la clínica, es difícil afrontar y explorar éstas situaciones. No es sencillo sacar el tema a un paciente. En algunos casos, tampoco lo es enseñarle otras formas de expresarse, relajarse, o sanarse que no impliquen la autolisis.

Pero éste es un problema real que muchos profesionales nos encontramos en consulta a diario (se llevan la palma aquellos compañeros que trabajan en unidades de agudos o con ciertas patologías más proclives a sufrir la autolesión). Y se debe hablar de ello, porque hay demasiado desconocimiento, y a la vez, repulsión hacia el tema, cuando lo adecuado sería educar sobre esto para que no se dé.

¿Por qué se autolesiona una persona? Hay muchas opiniones al respecto, pero la mayoría de los pacientes concuerdan en señalar que es una forma de no sufrir emocionalmente (se sustituye un dolor mental por otro físico). Como si fuera una forma de tomar el control sobre uno mismo, cuando todo parece perderse en el caos, la autolesión significa “estar” en el momento y lugar, “decidir” cómo se sufre, e incluso “sentir” que uno realmente controla cuándo y cómo sufrir.

Obviamente, este razonamiento es erróneo por varias razones, pero es cierto que muchas veces el dolor emocional es demasiado insoportable y la autolesión supone una “vía de escape”.

No debemos confundir las autolesiones con los intentos de suicidio: muchas veces las primeras se dan aisladamente en un contexto de alto estrés y no tienen como fin terminar con la vida del sujeto. Sin embargo, se debe explorar bien la sintomatología y vigilar de cerca éstos pacientes.

Lo que está claro es que la autolesión no es un tema a tomarse a la ligera, y hay ciertos mitos que debemos derribar:

–       Las autolesiones no se producen por un intento de llamada de atención. Aun existiendo en contextos como el trastorno histriónico de la personalidad, el fin de la autolesión no es el exhibicionismo (de hecho, muchos pacientes esconden sus cicatrices y sienten gran complejo).

–       Las autolesiones no son una moda. Hay multitud de fotografías de adolescentes en redes sociales exhibiendo sus heridas, y la pregunta es: ¿por qué se produce éste fenómeno? El efecto contagio se debe controlar, porque en esas etapas donde hay una falta de madurez, es peligroso mostrar la autolesión como un distintivo para diferenciarse del resto.

–       Las autolesiones no se deben esconder ni se debe evitar hablar de ellas. En contrapunto al mito anterior, pasar por una enfermedad mental que ha provocado autolesión no debe ser motivo de vergüenza ni un tabú. La autolisis es mucho más frecuente de lo que nos imaginamos, y los pacientes, ya de por si avergonzados, no pueden seguir estigmatizados.

La autolesión se puede tratar, se puede llevar una vida libre de daños físicos autoinflingidos. Se puede aprender a tolerar el dolor emocional y la frustración de forma sana. Si sospechas que alguien de tu entorno se autolesiona, o tú mismo/a lo haces: habla. Pide ayuda, porque nadie merece vivir en el dolor.