Se dice que hablar es terapéutico, y es cierto: desahogarse y expresar los propios problemas y/o dudas ayuda en gran medida a esclarecer cómo nos sentimos o hacia qué camino debemos tirar.

Verbalizar nuestras emociones muchas veces nos quita “un peso de encima” y consigue que avancemos y nos sintamos mejor. De hecho, cuando uno “saca” eso que tiene encima y le causa malestar, ya tiene el 50% del problema resuelto.

Pero, al igual que las palabras nos ayudan, también pueden hacer todo lo contrario, sobre todo si vienen dadas por “autoridades” o expertos en materias que nos importan mucho. La terapia puede tener que ver con que un paciente mejore, pero un mal comentario o un terapeuta un tanto “descarnado” puede ocasionar grandes daños en el sistema cognitivo y emocional de un paciente (ya de por si vulnerable).

También las figuras de apoyo clásicas como son la familia o los amigos tienen que ver muchas veces con que las personas sensibles a ciertos comentarios vean mermada su autoestima. Y no se trata de que una persona “se tome muy a pecho” una mala palabra: muchas veces los comentarios se hacen intencionadamente para causar dolor. Sí, dentro de la familia también.

Pese a que el 99% de los terapeutas y podríamos decir, muchas familias y amigos, tratan con respeto y ayudan al prójimo, no todos siguen ésa pauta. Es importante poder identificar a las personas tóxicas que nos rodean para poder descartar aquello que nos dicen y no nos ayuda.

Cuando uno tiene una baja autoestima, se suele valorar a través de los demás, puesto que no se es capaz de hallar aspectos positivos en sí mismo. De ésta manera, las personas tóxicas reflejan críticas y venden una imagen distorsionada llena de aspectos negativos. Es muy importante entonces ignorar ése tipo de comentarios, porque si se tienen en cuenta, la autoestima seguirá cayendo en picado.

Las palabras tienen mucha fuerza, y a veces debemos empezar a hablarnos a nosotros mismos cuando el entorno no es adecuado para que mejoremos emocionalmente. Es muy duro sentirse solo o poco comprendido, pero el cerebro aprende constantemente, y podemos enseñarle a pensar mejor. Aunque quizás el principio no nos creamos esas palabras de “autoayuda”, poco a poco irán calando y formarán parte de nuestra autoimagen.

Sabemos que antes de que se produzca un cambio cognitivo es más fácil cambiar conductualmente: probad a sonreír, seguro que poco a poco os sentiréis mejor (ésta técnica la usan algunos actores y está ámpliamente estudiada). Si empezamos a decirnos a nosotros mismos que no somos tan malos, ni tan tontos, ni tan lentos, ni incapaces… Quizás empezaremos a pensar más objetivamente y nos daremos cuenta que nosotros somos quien queremos ser, no lo que nos dicen los demás que seamos.

Y recuerda: si te sientes mal, si alguien te hace sentir mal, si estás triste, si alguien te hace sentir triste, o si alguien te está bajando la autoestima (tú incluido), puedes buscar ayuda. El cerebro es capaz de aprender a pensar mejor, ¿lo repetimos?