Este próximo sábado, 18 de febrero, es el Día Internacional del Síndrome de Asperger, uno de los trastornos más polémicos (¿hay sobrediagnóstico?, ¿realmente “existe”?), situado en el espectro del autismo.

Muchos psicólogos nos quedamos “a cuadros” cuando vimos que ésta entidad diagnóstica desaparecía de un plumazo del DSM-5 (manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales), y se situaba dentro de los TEA (trastornos del espectro autista) sin diferenciarlo de otros tipos de autismo. Seguramente esto ha pasado porque siempre ha habido un gran debate sobre si los afectados de asperger tienen un síndrome que es una categoría diagnóstica independiente o es un tipo de autismo de altas capacidades.

Por lo que se refiere al TOC, tenemos un curioso paralelismo a la inversa: se forma una entidad diagnóstica independiente (TOC y otros trastornos relacionados), cuando siempre se había catalogado dentro de los Trastornos de ansiedad.

¿Eso significa que los que tienen asperger han dejado de existir o que los afectados de TOC no tienen un trastorno de ansiedad? Por supuesto que no. ¿Por qué se han hecho estas distinciones en la nueva edición del manual? La cuestión daría para escribir 20 posts.

Pero hoy, a cinco días del día de los aspies, vamos a ver lo que tienen en común con los afectados por el trastorno obsesivo compulsivo (y por qué muchas veces cuesta diagnosticar a unos y a otros sin confundirse).

–       Pensamiento rígido y ritualizado (reglas morales o formas de ver el mundo poco dadas al cambio, pensamientos repetitivos o sobre temas concretos)

–       Comportamientos repetitivos (conductas donde hay rituales motores, gestos repetitivos, etc.)

–       Tics (en algunos casos pueden aparecer en ambos diagnósticos)

A parte de estas similitudes, lo cierto es que hay cierta comorbilidad entre el TOC y el síndrome de Asperger: algunas personas tienen los dos diagnósticos.

Hay también casos de pacientes que son diagnosticados de una cosa cuando en realidad tienen la otra (sobre todo niños, ya que no podemos analizar claramente el proceso cognitivo por el que pasan, al no poder expresarse adecuadamente).

Repasamos: tenemos dos diagnósticos que son parecidos en lo “visible”, muchos pacientes que no son diagnosticados adecuadamente o hay confusión en las etiquetas, otros tantos que sí tienen los dos diagnósticos, pero que a veces no lo saben…

¿Qué es lo que debemos hacer ante estos casos? Primero, acudir a profesionales bien preparados que nos puedan ayudar a discernir lo que nos pasa usando las herramientas adecuadas. Segundo, contactar con asociaciones que traten el TOC o el asperger para podernos asesorar. Tercero, no quedarnos con el primer diagnóstico que nos den si no estamos convencidos del todo: pedir una segunda opinión no es un crimen.

 

Y hay una última cosa que podemos hacer entre todos: apoyar colectivos y fechas (como el próximo 18 de febrero), para visibilizar otras formas de ver el mundo.